martes, 30 de octubre de 2012

Are you ready?

Bueno, aquí traigo el prefacio de Aceleración Cardíaca. Si algunas de las que me leíais en el Fotolog leéis esto, estoy haciendo muchos cambios en la fic. Como ya he dicho antes, estoy planteando varios aspectos del fic de otra manera. 
Y sin más, aquí os lo dejo :3


Prefacio

Cuando me ví allí, de pie y sin aún ser consciente de lo que había hecho para estar en este lugar, comprendí lo cobarde que había sido.
Mi vida no es que haya sido genial, pero, ahora que lo pienso, podría haber hecho que fuera buena. Y me siento mal por todo lo que he hecho, porque ahora él me mira con tanta decepción que me hace querer echarme a llorar.
Tan sólo nos separa un mísero pasillo, unos seis pasos más o menos. Pero él no está por la labor de acortar esta distancia, y yo no soy capaz de dar un solo paso.
Desvía la mirada un momento, pero enseguida vuelve a observarme. Con esos ojos. Con esa expresión. Con el ceño fruncido. Con una mueca de disgusto. Parecía que incluso también se iba a echar a llorar.
La distancia sigue ganando la jugada por culpa nuestra: por su enfado, y por mi cobardía. Y aunque me muero de ganas de ir hacia él, de observar más de cerca su rostro, de quedarme junto a él esperando a que me diga que me odia, me quedo clavada en el sitio.
No lo aguanta más y suelta un lastimero y rabioso sollozo. Apoya la espalda en la barnizada pared y entierra la cara entre las manos con tanta fuerza que puedo ver como se le crispan los dedos.
Aquello me hace dar medio paso hacia él, dudosa y muerta de angustia y miedo.
Quiero llamarle, decir su nombre, contarle lo mucho que lo siento, suplicarle que me perdone... quiero hacer tantas cosas que no sé por dónde empezar.
Sé que murmura cosas, y sé que sabe que las oigo todas. Sé que lo hace para que me sienta mal, y lo consigue.
Y aunque reconozco que lo que he hecho no tiene excusa ni razón de ser, no me arrepiento en absoluto. Lo necesitaba. No podía continuar así, y tomé una decisión que él tiene que aceptar.
Esa determinación me da un poco de valentía, y acorto aún más la distancia que nos separa.
Me sitúo junto a él, pero no quiere mirarme, ni quiere dirigirme directamente la palabra.

“Te odio, te odio, te odio, te odio...”

Y en parte le creo, pero ya no puedo hacer nada.
Le aparto su pelo oscuro de la frente, y de repente hago memoria.
Vuelvo a recordar el tacto de su piel, su calidez, su dulce olor, la suavidad de su pelo, el paisaje tan inmenso que me transmitía su forma de mirar... absolutamente todo. Todo lo que creía que había desaparecido, ahí está. Nada ha cambiado.
Él agarra mi mano con fuerza, la lleva a su cara y cierra los ojos, haciendo que una y mil lágrimas siguieran un recorrido exacto.
Mi mano libre corre hacia el lado izquierdo de su pecho, y mis ojos siguen el mismo recorrido.
Tras eso le miro a los ojos, y él, para mi sorpresa, me devuelve la mirada. Ensancho una minúscula sonrisa algo culpable, pero feliz. No me devuelve la sonrisa, pero me entrega un pequeño y suave beso que querría que durara eternamente. Tras eso me abraza, me abraza tan fuerte que me duele. Y yo me abandono a su abrazo de tal manera que mis piernas llegan a flojear.
“Hola...”, me dice. Y sonrío al saber que nunca podría olvidar su voz. Una respiración profunda fue toda la respuesta que pude darle.
“Estoy muy enfadado contigo. Y no va a ser pasajero. Siento como si me hubieras dado una puñalada trapera. Me siento traicionado.”, me explica, con un timbre de rabia en la voz.
Me separo un poco de él desviando, sin querer, la vista. “Pues lo siento.”, le contesto.
Él resopla fuertemente, aún consternado y furioso. “Con eso no basta.”
Cogí su mano y echamos a andar por el pasillo que pocos minutos antes nos mantenía separados. Ahora me río de toda la distancia que pretenda separarme de él. Ya no hay nada que hacer. No hay nada más que esto. Sólo estamos él y yo. Para siempre. Y, aunque no me parece correcto ni de buen gusto, le digo:

“Bueno. Tengo mucho tiempo para compensarte.”

Intenta mirarme muy serio y enfadado, pero sus ojos demuestran un destello extraño y su mano aprieta con más fuerza la mía. No dice nada, pero acaba sonriendo. De esa manera. Esa manera que tanto anhelaba y que tanto me gustaba.
Y me pregunté que si podría sonreír para siempre, para mí.

Para siempre.




Sé que es pronto para preguntarlo pero... ¿qué os va pareciendo? Quizá luego suba el primer capítulo; si no, mañana lo tenéis ^^.

1 comentario:

  1. Hola ^^ muchas gracias por seguirme, siendo sincera... no me gusta el hetero, bueno no me gusta el hetero en TH, en otras cosas ya, lo puedo leer, de verdad lo siento mucho, pero tengo que preguntar esto: ¿Tu escribes hetero?

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